Una severa depresión económica golpeó a Argentina en la segunda mitad de 1998. La caída posterior finalmente llevó al colapso financiero masivo en Argentina en 2001. De ese modo, pasó a ser el país con mayor deuda en la historia del mundo. Podría parecer que un negocio diseñado para ofrecer departamentos de alquiler temporario en Buenos Aires, Argentina, estaría muy lejos de concretarse. Pero en 2003, para sorpresa de muchos de sus ciudadanos, la economía comenzó a recuperarse. Luego de una suba en los precios de productos básicos, el país comenzó su resurrección desde las cenizas. Su mayor producto era la soja. Argentina es el tercer mayor productor de este grano. El PBI creció a una tasa de 9% anual por cinco años consecutivos.
Había mano de obra barata y las condiciones económicas estaban mejorando. Esto creó la posibilidad tan esperada por los dueños de propiedades de vender. Lo que generó una explosión en la industria de la construcción. Por este motivo, se activaron las empresas de este sector. Comenzaron a reemplazar muchos de los prestigiosos edificios que databan del glorioso pasado de Argentina con otros más modernos. Tristemente (dependiendo de la perspectiva con que se lo tome), nuevos edificios reemplazaron mucha de la arquitectura francesa e italiana del siglo XIX. Las reformas en las leyes zonales hicieron esto posible. En efecto, nuevos permisos condujeron a edificios más altos. Con certeza, más metros cuadrados para vender significaban más ganancias. No fue hasta 2009 que la ciudad sancionó leyes de preservación. Éstas tenían como meta proteger aquellos edificios que hubiesen sido construidos antes de 1942.